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SEMINARIO GRUNDTVIG
Durante la primera semana de noviembre acudí a un seminario en Lisboa. Prometía ser algo interesante, y sobre todo, diferente a todos esos cursos a los que constantemente los docentes asistimos.
Lisboa, ciudad decadente y luminosa bañada por el Tajo e invadida durante unos días por ciudadanos de la Unión Europea con un proyecto común: “La Educación en las Prisiones”. La primera toma de contacto como siempre fue algo tímida y escasa. Cada país buscaba aliados y como es de suponer, tus aliados son siempre los tuyos. España y los españoles, o mejor dicho, los españoles y España; todos nos adoran y reconocen enseguida, somos muy populares por habladores y por la manera de expresarnos, que a veces intimida.
Españoles e italianos confraternizando, nada nuevo, sangre caliente que huele sangre conocida y como no… Sicilia, isla del Mare Nostrum, morada de dioses y diosas, templos y volcán que conviven con los instintos más primitivos del ser humano.
Artistas, profesores, psicólogos, pedagogos, educadores y hasta directores de prisiones. Todos distintos e iguales, desconocidos y amigos, tímidos y decididos, buscando un átomo de conexión entre reuniones distendidas, agradables e interminables, sofocadas por un “coffee break” con pastas, en el que cada acento particular definía el lugar de procedencia. Los cafés, en efecto, sirven para mucho, descubres peculiaridades que nunca habías imaginado. El hecho de que los salarios por el mismo trabajo sean más elevados en la mayoría de países del resto de Europa, nadie lo discute. Que los honorarios de un interno en Luxemburgo sean cinco o incluso seis veces más, sorprende. Pero… ¿Y la calidad? Mis queridos amigos, me maravilla gratamente afirmar que en cierta manera somos admirados, pero siempre… dentro de una realidad subjetiva.
Los países nórdicos por un lado, Irlanda, Reino Unido incluida Escocia con su tan definida identidad, Polonia, Estonia, Bélgica, Francia, Portugal, Grecia, Italia y España por otro y al fin, Turquía tan adorada por su exotismo intrínseco y desconocida a la vez. Como veis, Europa en su totalidad, (desde un loco pintor irlandés, hasta un profesor de la Isla de Wight enamorado de la cultura turca) y, sin embargo, sin una identidad común definida.
Al final conseguimos algo en concreto, que en el fondo de eso se trataba. Nuestro proyecto FLAME, el cual surgió gracias a la intencionada providencia, que logró reunir a seis europeos, seis identidades con una lengua común, vehículo de comunicación esencial y necesario para expresarse. En eso consiste el fututo proyecto, en facilitar la adquisición de una segunda lengua, proporcionando los mecanismos más simples para elaborar estructuras más complejas. En conclusión saber transmitir la información de una manera práctica y sencilla.
Cinco días de reuniones dan para mucho, pero cinco noches de charla dan para más. La noche lisboeta es mágica y aún más en noviembre, cuando los templados vientos animan a los transeúntes haciendo compartir sus emociones y confesiones, descubrimientos inesperados que asombran al averiguar lo que ya nos temíamos, no estamos tan mal.
Elena Simón
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